martes, 26 de junio de 2012

DETECTANDO EL ORGULLO

El orgullo es en esencia el excesivo amor hacia uno mismo. Es fácil detectar el orgullo en otros, pero es muy difícil detectar el orgullo en nosotros mismos. Saber cómo se manifiesta el orgullo nos ayudará a identificarlo en nuestras vidas.

* El orgullo se manifiesta en una jactancia de los logros personales. ¿Es usted una persona que sa jacta por las cosas que ha hecho en la vida?

* El orgullo se manifiesta también en un afán por lograr puestos de importancia. ¿Es usted ese tipo de persona que usa a los otros como escalera para ascender lo más alto posible

* El orgullo también se manifiesta en una tendencia a justificar todos los errores que cometemos. ¿Es Usted una persona que siempre tiene una buena razón para algo malo que hizo?

* El orgullo se manifiesta también en el rechazo a la disciplina. ¿Cuando hace algo indebido en su trabajo y lo amonestan, usted se enoja y cree que le están tratando omjustamente, piensa que a otros no les han amonestado por cosas peores, y se pone mal? 

* El orgullo se manifiesta también en una resistencia a recibir ayuda de otros cuando se está en necesidad. ¿Usted piensa que recibir ayuda de otros es una ofensa a su dignidad?

* El orgullo además se manifiesta en envidia. La raíz de la envidia es el orgullo. La persona envidiosa cree que nadie más que ella debe recibir los mejores elogios, los mejores bienes, el mejor trato.

* El orgullo también se manifiesta en la propensión a criticar en lugar de alabar a los demás. Cuando habla con alguien acerca de una tercera persona, ¿tiende a enfatizar las debilidades de esta persona, en lugar de enfatizar las virtudes de esta persona?

* Otra manifestación del orgullo es el rechazo a la autoridad. Las autoridades son puestas por Dios, no importa si se trata del hogar o la iglesia o el trabajo, o el país, pero si nos hallamos resistiendo a esas autoridades, en realidad tenemos un problema de orgullo en el corazón.

* También se puede manifestar en la indiferencia hacia las necesidades de los demás. La persona orgullosa piensa sólo en sí misma y no le importa lo que pase con los demás.

Dios realmente odia el orgullo. Es muy peligroso atesorar orgullo en el corazón. Dios lo aborrece y lo castiga con firmeza. Mire lo que dice Levítico 26:19 “Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo, y haré vuestro cielo como hierro, y vuestra tierra como bronce.”

Lo primero que debemos hacer es reconocer la presencia del orgullo en nuestro corazón. Lo segundo es confesarlo a Dios, pedirle perdón, ya qie el orgullo es pecado. Proverbios 24:4 dice: "Altivez de ojos, y orgullo de corazón, y pensamiento de impíos son pecado." 

Dejemos que nuestra personalidad entera se transforme de gloria en gloria contemplando la gloria de nuestro amado Salvador. La vida auténticamente cristiana se caracteriza por la libertad del orgullo.

viernes, 22 de junio de 2012

FORMANDO EL CARÁCTER CRISTIANO

En el proceso hacia la madurez cristiana, si bien no todo depende del hombre, tampoco todo depende de Dios. En 2 Pedro 1:3-4, Dios nos habla de su trabajo en nosotros a través de Jesucristo. Seguidamente, a partir del verso 5, dice: «...poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe...». Allí, la Palabra de Dios nos ordena nuestra parte.

Así es el camino hacia la adquisición de un carácter cristiano; una combinación, una armonía de voluntades y trabajos entre el Señor y nosotros, donde decidimos vivir en Dios, en su poder, en obediencia absoluta a su voluntad.

Todo hábito es la costumbre adquirida por la repetición de un acto. Una acción bien hecha se produce con mayor facilidad al ser repetida; la primera vez se transformó en disposición, las reiteraciones irán consolidándola. Los hábitos y costumbres definen el carácter de una persona. «Siembra una acción y recogerás un hábito, siembra un hábito y recogerás un carácter.»

En la formación de un carácter cristiano debemos trabajar para cambiar nuestros hábitos negativos por otros positivos. Es tener un arrepentimiento para un cambio total. «Arrepentirse es cambio de actitud mental que se traduce en un acto de la voluntad». No sólo lágrimas sino arrepentimiento total (He. 12.16-17; Hch. 26.20). La gente dice: «lo siento pero no puedo cambiar, soy así». Esto es verdad para la vida natural o carnal que nos tiene esclavos, pero no para el creyente que desea tomar en serio la vida nueva en Cristo y usa los medios adecuados.

Los factores para el cambio lo encontramos en Efesios 4.22-24
1) Despojarse de la pasada manera de vivir (1 Pe. 1.14).
2) Cambiar la mente (Rom. 12.2-3; 1 Co. 14.20; Flp. 4.8).
3) Vestirse: Actuar como Cristo (Rom. 13.12-14; Ef. 6.11; Col. 3.12,14).

Pase bastante tiempo con Dios. Acérquese a Él todos los días por un buen tiempo a solas con Él. Lea la Biblia. Estúdiela. Medite en ella. Contemple lo que dice y piense en cómo puede aplicar sus principios. Luego, ore a Dios conforme a lo que le muestra cada día. Así, y sólo así, podemos desarrollar una relación diferente (genuina, real, íntima, atractiva) con Dios.